miércoles, diciembre 20, 2006

A dormir

Arrepintiéndome antes de pecar. Así estoy ante la hoja en blanco. Saboreando mi cobardía, imaginando qué cosas podría expresar si me atreviese. Refugiándome en la sensatez de la razón, enemiga del corazón, pretexto perfecto para dejar de hacer las cosas que tienen un precio.

Medianoche es ya. Estoy rompiendo mis votos de silencio, durante tanto tiempo respetados, y el insolente reloj se atreve a recordarme que es media noche. Que mañana hay que salir temprano a trabajar, que debo ser profesional, que mis locuras poéticas las pagaré muy caras cuando salga el sol vengador. Y yo pienso que será otro quien sufrirá el día de mañana. Otro yo, si se quiere, pero otro. El yo de ahora, irresponsable, irreverente e irrelevante, está muy a gusto rescatándose del vacío. Bebiendo «casera», escuchando música, buscando palabras y frases, aceitando los engranes, el yo de ahora está más inquieto por los vínculos con el yo de ayer que con el de mañana. ¡Que se pudra, el yo de mañana!

¿Es mi imaginación, o las sirenas cantan en mi cama? Un bello canto me convoca a mi cuarto, a mi cama de sábanas de franela. La tentación de abandonar una silla dura, cerrar los cansados ojos, recibir el acogedor abrazo de Morfeo... es fuerte. Me parece que cerraré por hoy la fábrica de letras. Ojalá que mañana pueda abrirla nuevamente.

León, España. Diecinueve de diciembre de dos mil seis.

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